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La crisis sanitaria ha producido una profunda alteración del normal funcionamiento de la economía mundial. El PIB marroquí se contrajo un 6,3% en 2020. Sin embargo, en 2021, el crecimiento fue del 7,6% según Bank al Maghrib, lo que implicaría una vuelta a los niveles de actividad prepandemia.
Los resultados en 2022 se han visto ensombrecidos por la agresión rusa a Ucrania, que se suma a una sequía extrema que ha tenido efectos muy negativos sobre la actividad agrícola. Los efectos de la guerra se han hecho sentir vía precios de los productos energéticos y los cereales, principalmente el trigo, que Marruecos importa tradicionalmente en grandes cantidades de Rusia y Ucrania. El consumo de estos productos está además subvencionado en Marruecos, lo que introduce un problema adicional de índole presupuestaria. El Bank Al-Maghrib confirmó estos malos augurios y prevé un crecimiento en 2022 del 1,3%. Así, el Gobierno en su lucha contra el impacto inflacionista ha introducido reducciones arancelarias temporales y limitadas en productos cárnicos.
El déficit por cuenta corriente se contrajo durante la pandemia, pero ha repuntado con fuerza en 2022, hasta situarse en el 4,9% (-4,1% en 2019), a causa del fuerte incremento del déficit comercial, que saltó desde el 13,9% en relación al PIB de 2021 al 19,6% en 2022 (en torno a cuatro puntos porcentuales por encima del promedio de los últimos años pre pandemia). El déficit fiscal saltó 3,5 puntos porcentuales, hasta el 7,1% en 2020, y ha iniciado desde entonces una grado de corrección hasta alcanzar el 5,1% en 2022.
La inflación ha mostrado un repunte por la reactivación de la demanda y el incremento del precio de las materias primas. En diciembre de 2022 (datos de Bank Al Maghrib) el incremento de precios ha alcanzado el 8,3% y se ha concentrado en artículos de consumo básico, sobre todo alimentación y carburantes. El banco central se resistió a actuar sobre el tipo de interés de referencia por miedo a afectar al ritmo de actividad económica, pero se vio finalmente obligado a subirlo en 50 puntos básicos por dos veces, en septiembre y diciembre, hasta el 2,5% actual. El tipo de cambio se ha mantenido históricamente estable entre 10,50 y 10,75 MAD/€ pero comenzó a devaluarse en julio de 2022 hasta alcanzar un mínimo de 11,2 MAD/€ en enero de 2023. Desde entonces se ha revaluado muy ligeramente hasta 11 MAD/€.
El paro ha aumentado, según Bank Al Maghrib, hasta el 11,4% en septiembre de 2022. El paro urbano – 16,3% de media- es más alto que el desempleo en zonas rurales, donde sólo llega al 5,1%. El paro juvenil alcanzó una tasa de 31%.
Desde el inicio de la crisis COVID, la acción del Gobierno se ha dirigido a mantener un equilibrio entre el control de la pandemia, la mitigación de su impacto en la población más vulnerable, la continuidad de la actividad empresarial y el mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos básicos en las cuentas públicas y la balanza pagos. A medio plazo, se ha tratado también de limitar el impacto sobre la deuda del Tesoro. Bank al Maghrib estima que para el año 2022 esta deuda será del 80%, un salto de 15 puntos porcentuales desde el 65% en que estaba estabilizada en los últimos cuatro años hasta 2019 (sin contar la deuda exterior garantizada de las empresas públicas y la de los ayuntamientos y bancos). Desde finales de 2020, las agencias de rating han rebajado la calificación de las emisiones de Marruecos desde BBB- a BB+ con “perspectivas estables”, lo que implica que el bono marroquí ha perdido su investment grade y pasa a la categoría de “especulativo”.
El informe preliminar de la misión del staff del FMI, que analizó la economía de Marruecos en diciembre de 2022, insistió, como lo hace habitualmente, en la ampliación de la base fiscal y el aumento de la progresividad del sistema, recordando la conveniencia retomar un proceso de consolidación fiscal que permita iniciar una senda de reducción de la deuda pública con respecto al PIB a partir de 2022.
Inmediatamente después de la salida de Marruecos de la lista gris del GAFI a finales de febrero, el Reino colocó en mercados internacionales una emisión de 2.500 M$ en dos tramos, el primero por 1.250 millones a cinco años y el tipo de interés del 5,95%, y el segundo, a 10 años y medio, con un cupón del 6,5%. Ha sido la primera salida a los mercados desde hace tres años y la demanda superó en más de cuatro veces la cantidad finalmente colocada.
Marruecos ha solicitado también en estas fechas al FMI una Línea de Crédito Flexible (FCL) de carácter precautorio por un período de dos años y un monto de 5.000 M$ para hacer frente a los riesgos que puedan plantearse en estos años de máxima incertidumbre.
De forma muy sintética, y junto con la relativa estabilidad política y económica, algunas de las ventajas de la inversión destinada a Marruecos son:
- Estratégica posición geográfica y apertura comercial: la proximidad geográfica a la UE unida a la situación estratégica como puerta de entrada hacia África Subsahariana, hacen de Marruecos una buena plataforma para abordar diversos mercados. El país cuenta con una buena colectividad aérea con las principales capitales de los países de África Occidental, además que una buena red de infraestructuras, que permiten obtener costes de transporte relativamente bajos. Las principales empresas públicas y privadas marroquíes tienen presencia en la región, sobre todo en el sector de construcción y financiero, y tienen, en general una imagen que aúna cercanía y modernidad. Las negociaciones, actualmente estancadas, para el futuro Acuerdo de Libre Cambio Amplio y Profundo con la UE podrían constituir una nueva fuente de oportunidades de negocio como ya lo está siendo el actual Acuerdo de Asociación.
- Marco legal para la atracción de inversiones extranjeras: Marruecos ha hecho un importante esfuerzo por mejorar su entorno de negocios, tratando con ello de favorecer la entrada de inversión extranjera en el país. Uno de los pasos más relevantes en este sentido se produjo en de diciembre de 2022 con la promulgación de la nueva Carta de las Inversiones, que sustituye a la de 1996 y que tiene como objetivo atraer inversión a Marruecos tanto nacional como internacional. Para conseguir el objetivo la Carta establece un dispositivo principal y dispositivos específicos de apoyo a la inversión que persiguen la creación de empleos estables, la reducción de desigualdades territoriales, la orientación hacia sectores prioritarios, convertir el país en un centro de atracción de la inversión extranjera, aumentar las exportaciones, lograr un desarrollo sostenible, mejorar el entorno empresarial y aumentar la participación de la inversión privada. La Carta se estructura en 3 ejes: dispositivos de apoyo a la inversión, mejora del clima de negocios y gobernanza unificada y territorializado de la inversión.
- Ambiciosos programas de reforma sectorial y de infraestructuras: En el sector agrícola destaca el Plan Marruecos Verde (continuado actualmente por el Plan Génération Green 2020-2030), lanzado para modernizar un sector que juega ya un papel de primer nivel en el conjunto del país, pero que adolece todavía de importantes debilidades que están lastrando el gran potencial que encierra. En el plano industrial, como continuación del Plan Emergence y del Plan de Aceleración Industrial 2014-2020, encontramos el Plan Relance Industrielle 2021-2023, orientado a la apertura de nuevos mercados, la mejora de la competitividad, descarbonización y economía circular y sustitución de importaciones. En el sector terciario se multiplican iniciativas en ámbitos tan diversos como los del turismo, la logística o la distribución.Todas estas iniciativas se completan con ambiciosos programas de inversión pública, tanto el sector de aguas como, muy especialmente, en el sector de las energías renovables, que cuenta con un importante apoyo de los OOII tanto para su financiación, como para el desarrollo de nuevos instrumentos de inversión, como por ejemplo los partenariados público-privados.
- Flexibilización del tipo de cambio y liberalización de los movimientos de capitales: en 2015, el Banco Central decidió actualizar la ponderación del dírham respecto al euro y al dólar, pasando del 80/20% al 60/40% respectivamente. Como primer paso hacia un régimen de cambios más flexibles, en 2018 se flexibilizó el tipo de cambio del dírham que pasó a fluctuar en una banda de ± 2,5% y en 2020 Marruecos amplió la banda de fluctuación de su moneda hasta un ±5%. Está previsto que el proceso de liberalización y el paso a un sistema de libre fluctuación del dírham se complete en un plazo aproximado de 7 años.
Pese a todas las ventajas que presenta el país, no debemos considerar a Marruecos como un país sencillo para la inversión. A pesar de su proximidad geográfica y los estrechos vínculos que nos unen, los costes intangibles de entrada son muy altos (nuevo marco regulatorio, métodos de negociación y cultura empresarial muy distinta a la nuestra, distinta percepción del tiempo, necesidad de crear relaciones personales basadas en la confianza, etc.), como lo son también los costes de resolución de conflictos (fiscales, laborales o aduaneros), por lo que es preciso contar siempre con asesoramiento especializado antes y durante la inversión.
Confiamos en que el Gobierno siga apostando por la transparencia reglamentaria y el refuerzo del sistema legal de negocios (muy especialmente en el ámbito de la justicia). En materia de costes propiamente dichos, algunos factores se convierten en limitativos, no ya sólo por su coste monetario, sino también por su falta de disponibilidad o difícil acceso (caso del agua, por ejemplo). La ambiciosa política de parques industriales puesta en marcha por el Gobierno ha tratado de compensar la falta tradicional de suelo industrial acondicionado; algunos costes como la energía o determinados servicios especializados pueden resultar relativamente elevados en comparación con otros países del entorno; y por último, es importante tener en cuenta que las ventajas en costes salariales pueden verse mermadas por la falta de cualificación adecuada de la mano de obra. La escasez de capital humano cualificado está generando algunos fenómenos importantes: alta rotación de obreros cualificados (fenómeno que se da en algunos ámbitos industriales relativamente saturados como Tánger o Casablanca), dificultades para encontrar mandos intermedios y elevado coste de directivos con alta formación y experiencia de gestión, que a veces se sitúa incluso por encima de los niveles europeos dado lo limitado de su oferta.
Destacamos los sectores ya señalados en el plan PASE (automoción, energía, medio ambiente, tecnología industrial, turismo, sector agrícola e industria alimentaria) y la Estrategia Horizonte África (infraestructuras energéticas, de agua, y de saneamiento, tratamiento de residuos, transporte ferroviario e ingeniería y consultoría). A ellos se puede añadir el posible interés de empresas españolas en establecer algún tipo de presencia en Marruecos para supervisar o impulsar actividades en los países de África del Oeste y Central, apoyándose en la proximidad, la buena conectividad aérea y la comunidad francófona africana, en la que Marruecos es referencia de modernidad. Marruecos puede servir como plataforma de negocios hacia esta región en el sector servicios (consultoría, finanzas, seguros, telecomunicaciones, servicios informáticos y de ingeniería, etc.).