
La pandemia generada por el virus
COVID-19 está teniendo un gran impacto sanitario y económico en
el entorno global, siendo India uno de los países más gravemente
afectados.
En el sector de las energías renovables
(ER), los efectos derivados de la paralización de la actividad
económica y del sector constructor por el confinamiento están
empezando a manifestarse. La escasez de mano de obra, las normas
de distanciamiento y la falta de equipos (especialmente
procedentes de China) han provocado un gran número de retrasos
en los proyectos en ejecución. El segmento ya enfrentaba
dificultades durante el año fiscal 2019/20, frenado por desafíos
normativos y problemas financieros. Esta situación, se ve
agravada en el corto plazo por la pandemia, con una conmoción en
el sector traducida en caídas en la demanda energética del
20-25%, que suponen unas acusadas pérdidas en las DISCOMs del
8-10% (11.000 millones EUR).
Esta pérdida de liquidez exacerba
ciertos problemas estructurales subyacentes (excesiva
dependencia de subsidios, estructuras tarifarias distorsionadas,
etc.), que podrían afectar a la inversión en ER y
modernizaciones del sistema si perdura la incidencia de la
pandemia, obstaculizando así las previsiones y retos marcados
por el gobierno.
En el sector eólico, la consultora
BloombergNEF estima que, en caso de sufrir una única ola, la
instalación será de 1,5 y 3,8GW en 2020 y 2021. Si surgen nuevos
brotes después del verano, la instalación en 2020 y 2021 será de
1,3 y 3,2GW respectivamente. Bajo este último escenario se
esperan restricciones en la cadena de suministros hasta 2021, y
retrasos en los proyectos de 2022 y 2023. Por último, contemplan
el caso de una pandemia duradera, donde la instalación de 2020
seguiría siendo de 1,3GW, pero la de 2021 se vería gravemente
afectada cayendo hasta los 2,6GW.
Respecto al sector solar, puesto que en
torno al 80% de los componentes de la cadena de valor proceden
de China, la interrupción del comercio internacional tuvo unas
consecuencias severas desde el primer momento. A finales de
julio se estima que alrededor de 10-11 GW se encuentran en fase
de construcción avanzada, con entregas previstas para
septiembre-octubre.
De ellos, 2,3 GW están altamente
afectados por los retrasos provocados por la falta de
suministros y trabajadores, comprometiendo gravemente los plazos
de entrega. A ello, hay que sumarle la suspensión natural de
gran parte de obras en época de lluvias (meses de julio-agosto).
Será también difícil controlar incrementos en los precios
derivados de tener que recurrir a terceros mercados, como Taiwán
o Malasia, cerca de un 20% más caros.
Las expectativas del sector en los
escenarios más graves contemplan una caída en la demanda general
de energía en el largo plazo, resultado de la reducción en la
actividad económica. La caída en los ingresos de las SITCOM
limitaría las inversiones en renovables que, en el peor de los
casos, podría suponer la cancelación de ciertos proyectos. Según
la última publicación de mayo 2020 del índice de atractivo
renovable RECAI, elaborado por Ernst & Young (EY), India ha
caído hasta el séptimo puesto. Tras situarse como tercero en
2019, EY argumenta que ha demostrado un desarrollo por debajo de
lo esperado, con un gran impacto por los efectos del COVID-19
que compromete los objetivos a 2022. No obstante, el ránking
sigue categorizando el sector fotovoltaico indio como el más
alto de entre los 40 países analizados.
Pese al incierto devenir renovable,
diversas áreas del sector se muestran optimistas, estimando que
la tendencia de progresión y crecimiento no se verá afectada a
la larga, puesto que en el medio-largo plazo, la ER acabará
erigiéndose como una alternativa, no solo más limpia, sino
también más económica a los modelos tradicionales. Para
garantizar un futuro próspero al sector, deberá venir respaldado
por propuestas gubernamentales (nuevos mecanismos de
financiación más favorables; regulaciones unánimes proclives a
la transición del sector; prestación de ayudas directas a las
DISCOMs para mejorar su situación financiera inmediata y
proteger los empleos en todo el sector eléctrico; etc.).
El Ministerio de Energías Nuevas y
Renovables (MNRE) ha comenzado a realizar esfuerzos para mejorar
la consistencia regulatoria del sector y mitigar el impacto del
COVID-19. Adicionalmente, en mayo de 2020, la Ministra de
Finanzas Nirmala Sitharaman, anunció la liberación de un paquete
de recuperación económica por valor de 20 INR lakh crore
(248.033 millones EUR), incluyendo 8,01 INR lakh crore (99.337
millones EUR) en forma de medidas de liquidez. El paquete
prioriza esfuerzos hacia programas con compromisos
medioambientales, siendo uno de los hitos más relevantes del
estímulo, son los 90.000 INR crore (11.161 millones EUR)
destinados a las DISCOMs.
El objetivo será inyectar liquidez en
forma de préstamos a largo plazo para hacer frente a las deudas
adquiridas y restaurar los trabajos. Esto derivará en el medio
plazo en sistemas financieramente viables que permitan promover
la resiliencia energética, favoreciendo programas de ER y
almacenamiento energético para ayudar a la recuperación de uno
de los sectores más azotados por la pandemia.
Llevará tiempo conseguir alcanzar los
niveles de demanda energética previos a la pandemia para poder,
después, crecer. Una vez se consiga revertir la situación
inyectando liquidez, será necesario llevar a cabo reformas
estructurales para actualizar y digitalizar la red, integrando
de forma óptima altos niveles de energía renovable al menor
coste. En última instancia, la salud de las empresas de
distribución de energía es un punto crítico para la
descarbonización del sector eléctrico de la India.
Puede obtener más información sobre el
sector de las energías renovables en India en el
estudio de mercado sobre este sector que será publicado
próximamente en la web de ICEX.
Daniel Aguilar Martín
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