La economía argentina, la tercera de América Latina, vive un período de profunda transformación. Pese a la desaceleración experimentada durante los últimos años, el programa de reformas iniciado por el Gobierno de Mauricio Macri busca recuperar la competitividad del país y retornar en 2017 a tasas positivas de crecimiento.
Cuando la primavera llega a Buenos Aires, las jacarandas que flanquean las avenidas porteñas se tiñen de violeta: es el símbolo inequívoco que anuncia el inicio de una nueva estación. De la misma forma, la economía argentina comienza a dar señales que invitan a pensar en un cambio de ciclo.
Tras una etapa marcada por los desequilibrios macroeconómicos y por las restricciones al comercio y a los flujos financieros, el Gobierno de Mauricio Macri, que asumió la presidencia a finales de 2015, ha iniciado un ambicioso programa de reformas que apuesta por la estabilización y la apertura.
“Ya se están controlando las variables más complejas”, asegura Juan Procaccini, presidente de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, en referencia al déficit público y la inflación, de la que, durante los últimos años, no han existido indicadores interanuales fiables.
“Nadie sabía cuáles eran los números reales de muchas de las magnitudes clave. Lo primero que hizo este Gobierno para normalizar la situación fue intervenir el INDEC, nuestro Instituto Nacional de Estadística; en septiembre pasado se emitió el primer reporte después de casi nueve meses de trabajo para volver a establecer las bases de datos de lo que fueron históricamente las estadísticas del país. Ahí se empezaron a conocer nuevamente los números, ahí volvimos los argentinos a entender que la inflación estaba arriba del 30% o que tenemos un 30% de pobreza”, explica Procaccini.
Sucesión de medidas
Reducir la pobreza es, precisamente, la meta primordial para el Ejecutivo de Mauricio Macri, un objetivo supeditado a que “Argentina pueda crecer en los próximos tres o cuatro años a una velocidad de crucero del 3%-4% y se cumpla el plan de convergencia inflacionaria del Banco Central, que dice que hacia 2019 la inflación debería tender al 5%”, apunta Sergio Galván, gerente de Comunicaciones Corporativas y Estudios Económicos del banco Santander Río.
Para corregir las disfunciones existentes, la nueva Administración ha implementado una batería de medidas económicas que incluyen el levantamiento del cepo cambiario, que hasta ahora restringía la compra de divisas, la supresión de las limitaciones al movimiento de capitales, la negociación con los acreedores de la deuda para recuperar el acceso a los mercados internacionales de crédito o el “sinceramiento” (amnistía) fiscal, que ha permitido aflorar 116.800 millones de dólares.
Por otro lado, se está produciendo, “un cambio de paradigma: el Estado se está retirando como actor de la economía”, subraya Galván. “Se viene de una situación en la que tenía mucha injerencia en precios, en si se podía exportar… y ahora se está apartando de esas funciones para tratar de concentrarse en las más básicas: la seguridad, la salud, etc.”.
Aunque lentamente aún, Argentina ha comenzado a mejorar su desempeño en los rankings de facilidad para hacer negocios. En el informe Doing Business 2017 ocupa el puesto 116 de un total de 190 países, lo que supone un avance de cinco posiciones respecto a la edición anterior.
Reinserción en el mundo
La paulatina normalización del escenario económico está permitiendo que el país se sitúe otra vez en el radar de los inversores. “Argentina tenía su economía cerrada; con mucha lógica, lo primero que intentó el nuevo Gobierno fue reconciliarse con el mundo y recuperar la credibilidad internacional”, confirma el directivo del Santander Río.
“Hemos hecho el esfuerzo de reactivar la conexión con países con los que hacía mucho tiempo que no había contacto, países que para nosotros eran muy lejanos como los de Oriente Medio; obviamente también los asiáticos, tanto Japón -de donde hemos recibido muchísimas visitas- como China. Del lado tradicional, Estados Unidos siempre ha sido un fuerte inversor en la Argentina (13.000 millones de dólares de inversión para los próximos cinco años de compañías americanas); y de Europa, España es y ha sido siempre uno de los principales”, enumera Juan Procaccini.
“En el ámbito multilateral, todos los bancos de desarrollo aquí presentes están aumentando la financiación que proveen. El BID, por ejemplo, tiene previstos créditos por valor de 5.000 millones de dólares hasta 2019, que son cifras parecidas a las de la CAF y el Banco Mundial”, indica Diego Moleres, consejero económico y comercial de la Embajada de España en Buenos Aires.
En diciembre, Argentina acogerá la Conferencia Ministerial de la OMC y en 2018 asumirá la presidencia del G-20, lo que supone un impulso definitivo a su agenda internacional. Asimismo, ha manifestado su deseo de adherirse a la OCDE y se ha incorporado como país observador a la Alianza del Pacífico.
¿Qué ofrece Argentina?
Con un PIB que en 2016 superó los 540.000 millones de dólares, constituye la tercera economía de América Latina y el cuarto mercado de la región en términos de población. Sus índices de desarrollo humano, PIB per cápita y calidad de vida figuran entre los más elevados de la zona.
Se trata, además, de uno de los motores del Mercosur, un espacio económico cuyo comercio intrarregional sobrepasa los 60.000 millones de dólares (ver vídeo en la sección ‘Desde la Ofecomes en Buenos Aires’).
Argentina es, por otra parte, un país rico en recursos naturales, para el que la actividad agraria representa uno de sus principales pilares, con cultivos entre los destacan los cereales y las oleaginosas (en especial la soja, de la que es el tercer productor mundial). “Si llegó a ser la sexta potencia económica mundial a principios del siglo pasado fue, en esencia, gracias a las exportaciones agrícolas”, recuerda Diego Moleres.
Igualmente reseñable es su potencial ganadero, minero y en materia energética, gracias a sus grandes reservas de hidrocarburos.
Infraestructuras, imprescindibles para el cambio
En este momento, “la batalla que tiene por delante Argentina es la de la competitividad”, afirma Sergio Galván. Y las infraestructuras tendrán en ella un papel decisivo. La insuficiente inversión en este ámbito a lo largo de los últimos años (su porcentaje respecto al PIB se redujo desde una media del 5,6% en los noventa hasta el 2,7% en la década posterior) explica, en buena medida, las notables carencias de las redes de transporte, energía, agua, saneamiento y telecomunicaciones del país.
Por este motivo, el Gobierno está realizando significativos esfuerzos para su modernización. “Estamos en récord histórico de licitaciones de obra pública: recuperación de ferrocarriles, puertos, viales, vivienda…”, detalla el representante del banco Santander Río.
“Una de las áreas donde vemos una oportunidad muy atractiva, y donde las empresas españolas pueden tener mucho que aportar -destaca Juan Procaccini-, son justamente los planes del Ministerio de Transporte”, con unas inversiones estimadas en más de 30.000 millones de dólares hasta 2020.
Con el objetivo de incentivar la atracción de capital extranjero, el pasado mes de noviembre se daba luz verde a una nueva ley de asociación público-privada “para que las compañías internacionales vengan a la Argentina sabiendo que tienen un marco jurídico sólido y estable para invertir con vistas a 20-25 años, como requieren los grandes proyectos de infraestructuras”, señala Juan Procaccini.
La energía es otro de los sectores que está acaparando importantes anuncios de inversión, especialmente en el campo de las renovables, de donde se pretende que, en 2025, proceda el 20% de la generación. “Eso quiere decir que, aproximadamente, tenemos que desarrollar unos 10.000 MW de capacidad”, prosigue el presidente de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional.
Otras opciones para la inversión
Más allá de las infraestructuras de transporte y la energía, observa Juan Procaccini, “hay muchísimas oportunidades de inversión en prácticamente todos los sectores industriales”. Entre ellos cabe citar la automoción y también la agroindustria, ya que existe “un objetivo muy claro que es generar valor y no solamente exportar grano, sino empezar a movernos hacia un producto más industrial”.
“Y, por último, los servicios; Argentina, históricamente, ha tenido muy buen nivel de educación, sobre todo cuando la comparamos con el resto de la región latinoamericana, además de mucha cercanía cultural con Europa y Estados Unidos”, subraya.
Liberalización gradual del mercado
“El país viene de muchos años de un proteccionismo férreo”, comenta Diego Moleres. “Si antes las importaciones requerían licencia de manera generalizada, ahora se tiene un sistema mucho más previsible en el que las licencias son necesarias para un menor número de partidas”.
La progresiva eliminación de las restricciones comerciales y la existencia de un cierto desabastecimiento y una demanda insatisfecha en el mercado abren de nuevo las puertas, y las posibilidades, a los productos importados.
Para la oferta española, las áreas de interés abarcan desde el consumo hasta los inputs para las industrias alimentaria, química y petroquímica, la agricultura y ganadería, la minería o las TIC.
En cualquier caso, conviene recordar que, a pesar de la liberalización, continúa habiendo “sectores muy protegidos como el textil, el calzado y el juguete, y otros donde hay picos arancelarios importantes como es el caso de algunas máquinas-herramienta y los aerogeneradores”, afirma el consejero. Además, “es un país complicado en términos de regulación sanitaria y fitosanitaria, y de reglamentaciones varias”.
Relaciones bilaterales, en un “momento dulce”
“Este es un mercado muy especial para las empresas españolas”, asegura Diego Moleres. De hecho, España es el segundo inversor en Argentina, solo por detrás de Estados Unidos, con una presencia consolidada y de una enorme capilaridad que “representa muy bien la capacidad de nuestras compañías porque abarca absolutamente todos los sectores: financiero-bancario, asegurador, energético, telecomunicaciones, comercio…”.
En la actualidad, continúa, “las relaciones bilaterales están en un momento dulce”. Como corrobora Sergio Galván, “Argentina tiene muy claro que España es un socio estratégico”.
Un indicativo de esta nueva etapa es la reciente incorporación del país a la lista de mercados prioritarios del Fondo para la Internacionalización de la Empresa (FIEM). Asimismo, COFIDES y el Banco de Inversión y Comercio Exterior argentino han firmado un acuerdo de colaboración para potenciar la inversión de empresas españolas y CESCE ha anunciado la reapertura de la cobertura para operaciones con Argentina a medio y largo plazo.
Una buena sintonía que el presidente Macri rubricaba con su visita oficial el pasado mes de febrero. “Le damos un valor muy especial a esta visita porque, además de reconocer que nos une el pasado, nos une el futuro”, afirmaba entonces.
VÍDEO. Reportaje: Argentina quiere florecer
VÍDEO. Impronta española en Argentina
Los fuertes vínculos que tradicionalmente han unido a España y Argentina quedan patentes en la nutrida presencia que nuestras empresas (más de 300) y productos tienen en el país latinoamericano. El banco Santander Río, la compañía de servicios petroleros Dapsa, la constructora Dycasa, la importadora Goodies y el restaurante vasco Sagardi dan buena muestra de la impronta española en el mercado argentino.
Texto y entrevistas: CHARO ALONSO / Imagen: ÁNGEL SÁNCHEZ
Documentación
Country Report. Argentina
Ed. The Economist Intelligence Unit (EIU), marzo 2017, 29 págs., en inglés
Informe Económico y Comercial. Argentina
Ed. Ofecomes Buenos Aires, febrero 2017, 69 págs., en español
Guía de incentivos a la implantación en Argentina
Ed. Ofecomes Buenos Aires, 2016, 17 págs., en español
Simulador de costes de establecimiento ICEX: Argentina
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