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El número de directivas ha aumentado en los últimos años según un informe, aunque su acceso a puestos ejecutivos sigue siendo limitado por barreras estructurales que frenan su progreso.
La participación femenina en puestos de toma de decisiones en las compañías de todo el mundo se ha incrementado de forma significativa, según reflejan los datos del estudio Women in Workplace 2024, donde se interpretan los datos recogidos por la consultora McKinsey en los 10 últimos años para realizar este balance anual.
Este progreso ha sido más notable en las posiciones directivas medias, donde el porcentaje de mujeres ha crecido de manera constante hasta alcanzar el 39% en las posiciones de jefes de departamento.
El análisis también revela que los puestos de alta dirección o CEO ocupados por mujeres han pasado del 17% al 29% en 2024, lo que representa un gran avance en términos de participación femenina.
El informe interpreta esta evolución positiva como resultado, en parte, de las políticas de inclusión y diversidad implementadas por muchas organizaciones, que han reconocido la importancia de contar con una mayor representación de ejecutivas en la toma de decisiones estratégicas. Eso no quiere decir que la proporción de mujeres en puestos de responsabilidad sigue siendo considerablemente más baja que la de los hombres, lo que refleja que persisten las barreras persistentes y graduales cuanto más alta es la posición en la empresa.
El análisis se fija especialmente si las mujeres de color enfrentan una mayor desventaja. Y es que, si tomamos por ejemplo un puesto alto en las compañías como el de vicepresidente senior, encontramos que existe un 28% de sillones ocupados por ellas, pero de esos solo el 6% se trata de féminas de una raza distinta de la blanca. Así se pone de manifiesto las múltiples capas de discriminación y desafíos que este grupo específico enfrenta en el ámbito laboral.
A pesar de que muchas empresas están comprometidas con la diversidad de género, persiste una diferencia importante en la forma en que se promueve según el sexo. Las mujeres siguen teniendo menos oportunidades de ascender a los puestos más altos de la jerarquía corporativa, lo que contribuye a la conocida "fuga de talentos" en las etapas intermedias de sus carreras.
Esa imposibilidad de progresar, repercute también en la aparición de la denominada "tubería con fugas", un fenómeno donde las mujeres comienzan a abandonar sus carreras a medida que ascienden en la jerarquía organizacional, ya sea por falta de oportunidades, dificultades para conciliar la vida personal y profesional, o entornos laborales poco inclusivos.
Por otro lado, se ha observado que las empresas que fomentan un liderazgo inclusivo no solo logran avances más rápidos en términos de igualdad, sino que también presentan un rendimiento financiero superior. Las organizaciones con un 30% o más de mujeres en roles de liderazgo tienen un 25% más de probabilidad de superar el rendimiento de aquellas con menos diversidad.