Mongolia: en la ruta de la inversión

 

22/05/2019

 

La inversión extranjera directa (IED) desempeña un importante papel en el desarrollo de un país con una enorme riqueza minera, pero que todavía no aprovecha todo su potencial, ni ha podido modernizar y diversificar una economía demasiado dependiente de China.

Mongolia disfrutó a comienzos de este siglo de un notable incremento de la actividad inversora sostenido por la pujanza de un sector minero, que, a su vez, empujó el crecimiento económico del país hasta situarlo entre 2011 y 2013 en el entorno del 8%, uno de los más altos del mundo en ese momento. Esta industria acapara desde entonces más del 70% del total captado por la república asiática, aunque los últimos años han sido testigos de un cierto impulso de las inversiones en otras actividades, como las relacionadas con el comercio y los servicios financieros. 

 

La caída de los precios de las materias primas desde 2012 supuso una drástica reducción de los flujos de IED durante los años siguientes, pues pasaron de 4.500 millones de dólares en 2011 a un déficit de unos 400 millones de dólares en 2016.

En concreto, la mina de cobre y oro de Oyu Tolgoi es un excelente ejemplo de esa estrecha relación entre la actividad inversora, la evolución de la minería y el desarrollo conjunto de la economía. Esta iniciativa es, con diferencia, la mayor que se ha acometido en el país. La puesta en marcha en 2006 de la primera fase del proyecto, liderado por una empresa extranjera, pero en el que también participa el Gobierno, ha significado desde ese momento la entrada de unos 6.200 millones de dólares para una economía con un PIB total de 11.488 millones de dólares en 2017.

Está previsto que la segunda etapa, cuyo desarrollo quedó ralentizado en 2015 y 2016 por la falta de financiación y la citada depreciación de los metales, concluya en 2021 y siga sustentando parte del crecimiento económico del país, que se espera se sitúe en el 6,3% para este año.

 

 

Además de la volatilidad y de la dependencia de las materias primas, la IED en Mongolia se caracteriza por la elevada concentración en cuanto a su origen. Más de la mitad de la misma procede de solo dos países, Canadá y China, lo que hace que sea muy dependiente de la evolución de estas economías, especialmente de la de su vecino, pues también es el principal socio comercial y el destino de cerca del 80% de las exportaciones.

El cambio de paradigma económico en la potencia asiática a favor del consumo privado podría afectar seriamente al desempeño de Mongolia, ya que todavía carece de un economía competitiva y diversificada y de una industria desarrollada, lo que además le obliga a importar una buena parte de los bienes que consume. 

 

Escenario de trabajo

 

El marco legislativo que atañe a la IED se rige por la Ley de Inversiones de 2013. Esta norma reafirmó la apertura del mercado de Mongolia a las empresas foráneas al abrir prácticamente todos los sectores de actividad, reconocer la igualdad de tratamiento para las iniciativas extranjeras y eliminar la distinción entre inversores según su procedencia. 

En vigor desde noviembre de ese año, el nuevo código normativo sirvió para mitigar parcialmente la fuerte caída de las inversiones acaecida tras la promulgación de la ley anterior, de 2012, que había sido ratificada con la idea de frenar la adquisición de una firma nacional minera por parte de una empresa estatal china. 

La citada ley fijó además las dos formas jurídicas existentes para que un inversor foráneo desarrolle su negocio en el país. La primera de ellas podríamos traducirla como “entidad de negocios con capital extranjero”. Conocida como BEFI (por sus siglas en inglés), requiere su registro previo y que al menos el 25% del capital, con un mínimo de 100.000 dólares, pertenezca a ese inversor. La segunda es la oficina de representación.

La medida reafirmó también la figura del “certificado de estabilización”. Otorgado por la Agencia de Inversiones de Mongolia, que se encarga igualmente del registro y de la promoción, este sistema permite que el inversor privado extranjero se beneficie de reducciones en los impuestos de sociedades, el IVA, los aranceles y los royalties por períodos de entre cinco y 18 años.

Por otra parte, el Gobierno ha introducido otros incentivos fiscales para mejorar su posición como destino de inversión y ha mejorado en parte otros aspectos relacionados con la propiedad de los terrenos y de los recursos o con el clima para hacer negocios.

 

 

El país cuenta además con tres zonas económicas libres, de dimensiones reducidas: Altanbulag y Tsagaan nuur, ubicadas junto a la frontera norte con Rusia, y Zamiin Uud, a escasos kilómetros de la ciudad china de Erlian.

Si bien esta economía es una de los más abiertas a la inversión de la región y ofrece un ecosistema para los negocios relativamente atractivo, como demuestra su posición 74 entre las 190 economías listadas en el informe "Doing Business 2019" del Banco Mundial, las reducidas cifras de inversión alcanzadas indican que todavía queda mucho camino por recorrer, sobre todo en lo relacionado con la predictibilidad de las estrategias del Gobierno y del marco normativo. 

 

Destino desconocido

 

Mongolia es un mercado pequeño, lejano y sin acceso directo a los puertos marítimos al estar enclavada en una elevada meseta entre Rusia y China, por lo que las relaciones económicas bilaterales con España son muy escasas. 

Los intercambios comerciales apenas representaron ocho millones de euros en 2018, configurados fundamentalmente por nuestras exportaciones. Mientras, las inversiones de las empresas españolas allí solo se han producido de manera puntual en algunos ejercicios de los últimos años y en cantidades muy reducidas. Así, la cifra más alta registrada corresponde a 2017, con poco más de tres millones de euros.

La mayor parte de la misma se ha concentrado en la industria química y, en menor medida, en las actividades de apoyo de los procesos extractivos. En este sentido, la firma especializada en explosivos Maxam inauguró en 2012 una planta de fabricación para suministrar sus productos y servicios al gran proyecto de minería de Oyu Tolgoi, ya citado. 

Además, y dentro de su estrategia de diversificación en el continente asiático, el grupo hotelero Meliá firmó en 2014 un acuerdo con un socio local para el desarrollo de un hotel en Ulán Bator, cuya fecha prevista de apertura es 2020. 

Por otra parte, todavía siguen pendientes tanto la rúbrica entre ambos países de un Acuerdo para la Promoción y Protección Recíproca de Inversiones (APPRI), como el inicio de las negociaciones para establecer un Acuerdo de Doble Imposición.

Sin embargo, el desarrollo de la explotación de los abundantes recursos minerales que posee el país seguirá ofreciendo oportunidades para nuestras empresas en este sector y para aquellas dedicadas al tratamiento de aguas y lodos. No solo eso, Mongolia necesita desarrollar sus infraestructuras, mejorar su situación de dependencia energética y diversificar su estructura económica, para lo que la (IED) seguirá ostentando un papel fundamental.

Tal y como señala el Banco Mundial, el potencial de la economía mongola es especialmente significativo en los sectores agrícola y ganadero, en el procesado de carne o en la industria láctea, en el ámbito del comercio electrónico, con un sector privado que todavía no se ha consolidado, y, sobre todo, en el turismo.

Se espera que la actividad turística pase a generar más de 2.000 millones de dólares en 2028, frente a los cerca de 1.200 millones de dólares registrados en 2017, y que, poco a poco, se reconozca el valor de las importantes riquezas naturales con las que cuenta este país.

Documentación

 

Informe Económico y Comercial. Mongolia
Ed. Ofecomes Pekín, diciembre 2018, 33 págs., en español

Investment Reform Map for Mongolia
Ed. Banco Mundial, junio 2018, 98 págs., en inglés

Your Guide to Invest in Mongolia 2017
Invest in Mongolia, 2018, 71 págs., en inglés