11/09/2018

El petróleo y el gas acaparan buena parte de las inversiones en el país, pero la construcción, el turismo o las energías renovables también brindan oportunidades interesante

Con una economía basada en los recursos naturales y en la fuerte participación de empresas estatales en sectores clave, Noruega ha logrado mantener un crecimiento constante y consolidarse como uno de los países más ricos del mundo (con unos ingresos per cápita superiores a los 82.300 dólares).

La expansión del PIB en 2017 se situó en el 1,8%, según fuentes noruegas, una tasa superior a la del ejercicio anterior, en el que la actividad se resintió por los bajos precios del petróleo.

Las previsiones para los próximos años, con el valor del crudo en alza, son halagüeñas. También se espera una buena evolución de la inversión extranjera directa (IED), que en Noruega depende en gran medida del vigor internacional de los hidrocarburos. 

En sintonía con el Viejo Continente

El capital foráneo se apoya en la garantía que ofrece la pertenencia de Noruega al Acuerdo de Espacio Económico Europeo y al Acuerdo Europeo de Libre Comercio. En virtud de estos compromisos, Oslo posee un régimen liberalizado, cercano a los estándares de la UE, y dispensa a la inversión exterior un trato casi equivalente al de la nacional.

La normativa del país nórdico acepta buena parte del acervo comunitario, y consagra la libertad de movimiento de bienes y servicios, personas y capitales con respecto a los Estados miembros de la UE.

A su vez, los Gobiernos de distinto signo han mantenido una actitud favorable a la IED, sobre todo en el sector de los hidrocarburos y en las regiones más aisladas y menos ricas.

Existen algunas restricciones, como la obligatoriedad de obtener concesiones para adquirir derechos de posesión o utilización de bosques, minas, tierras de labranza o cascadas. Sin embargo, las empresas extranjeras están exentas de solicitar dichos permisos para el alquiler de espacios comerciales o de oficina, siempre que sea por un período no superior a 10 años.

Compensación al aislamiento

De forma general, Noruega no otorga incentivos fiscales a la inversión extranjera, con la excepción de la acometida en las zonas aisladas del norte del país, que está sujeta a un tipo impositivo inferior al general.

Las operaciones en las remotas islas Svalvard se benefician de la total exención del IVA y, en general, de unas cargas impositivas directas e indirectas más bajas que en el resto del territorio nacional.

Existen también fondos estatales y regionales específicos que ofrecen ayudas para fomentar la inversión en las zonas menos desarrolladas.

Otra salvedad a la ausencia general de incentivos se observa en algunas actividades específicas dentro de la industria de los hidrocarburos. Es el caso de las inversiones destinadas a la prospección de nuevos yacimientos de petróleo y gas, que gozan de importantes reducciones tributarias.

Volúmenes oscilantes

Debido a la dependencia de la IED respecto a los recursos naturales, los flujos inversores en Noruega son bastante erráticos, con fuertes variaciones interanuales en función de los precios del crudo.

Según los datos de la UNCTAD, el stock acumulado en 2014 fue superior a los 166.000 millones de dólares, el de 2015 descendió hasta los 138.000, y el de 2016 siguió cayendo hasta los 135.900.

El principal motivo de este declive se encuentra en el descenso del valor del petróleo durante el período referido, situación que podría revertirse con el actual repunte de los precios.

Más allá de los recursos energéticos, Noruega atrae importantes volúmenes de IED en sectores como las manufacturas, el comercio minorista y mayorista, y la banca. Los principales emisores en años recientes han sido los Países Bajos, el Reino Unido, Estados Unidos, Suecia, Luxemburgo y Alemania.

Muy buen clima de negocios

El país ofrece un marco estable a los inversores extranjeros, así como un entorno político transparente, un sector público eficiente, una mano de obra altamente cualificada y un muy elevado poder adquisitivo.

Los principales problemas que plantea son la excesiva dependencia de la IED respecto a los hidrocarburos, así como los altos costes de establecimiento y contratación. También toda una panoplia de reglamentaciones laborales, de seguridad, medioambientales, fiscales y contables, entre otras.

Las fortalezas tienen un peso mayor que las debilidades. Así lo demuestra el octavo puesto del país en el Índice de Facilidad para Hacer Negocios del Banco Mundial (la misma posición que en 2017).

La clasificación pondera especialmente la buena evolución en la resolución de casos de insolvencia (sexto puesto), el cumplimiento de los contratos (octavo), o la protección de los inversores minoritarios (décimo). Sin embargo, Noruega obtiene una mala puntuación en obtención de crédito.

El país cuenta con el organismo Innovation Norway, que posee funciones similares, aunque no iguales, a las del ICEX y tiene presencia en más de 35 países. Esta institución incluye una sección dedicada expresamente a facilitar la llegada de IED al país y que actúa como referencia principal para la obtención de ayuda informativa y administrativa, así como para el establecimiento de contactos.

Campo para crecer

Las relaciones económicas y comerciales entre España y Noruega están encuadradas en el Espacio Económico Europeo. Este marco general se complementa con convenios específicos como el Convenio para Evitar la Doble Imposición, en vigor desde enero de 2001, y actualmente en proceso de revisión por iniciativa de Oslo.

A pesar de ese contexto institucional favorable, Noruega no ha sido tradicionalmente un destino preferente para la IED española. Según la Secretaría de Estado de Comercio, los flujos de nuestra inversión bruta en Noruega ascendieron a 35,5 millones de euros el pasado ejercicio. Se trata de una cifra inferior a la registrada en 2016 (50,3 millones), año en el que se vio incrementada por una relevante operación puntual del Banco Santander.

No obstante, existen sectores en los que la inversión española podría encontrar oportunidades interesantes. Uno de ellos es la acuicultura, escenario propicio para el desarrollo de tecnologías conjuntas entre empresas de ambos países.

La poderosa industria petroquímica noruega es otro destino relevante, sobre todo con el actual aumento de los precios del crudo, y siempre teniendo en cuenta que las grandes operaciones suelen requerir la formación de un consorcio con empresas locales.

Las infraestructuras de transporte están siendo objeto de un fuerte desarrollo gracias al Plan Nacional de Transporte, que se extenderá en los próximos años, fundamentalmente gracias a la mejora de la red de carreteras y cercanías, los nuevos trenes de alta velocidad y otras oportunidades nacidas al calor de las recientes privatizaciones ferroviarias.

El sector turístico tiene una pujanza considerable debido a los impresionantes parajes naturales del país. Las empresas españolas podrían encontrar nichos relevantes en una industria que supera los 30 millones de pernoctaciones anuales.

La construcción pública, residencial y comercial también puede albergar oportunidades, así como las energías renovables (en especial la eólica).

La industria de la defensa es otro potencial destino de IED, gracias al ambicioso plan noruego de desarrollo de capacidades militares aprobado en 2016, que requiere inversiones por un valor cercano a los 18.000 millones de euros en los próximos 20 años.
PABLO DÍEZ

Documentación

Country Report. Norway
Ed. The Economist Intelligence Unit (EIU), julio 2018, 31 págs., en inglés 

Guía País. Noruega
Ofecomes Oslo, ed. ICEX, abril 2017, 59 págs., en español

Informe Económico y Comercial. Noruega
Ofecomes Oslo, ed. ICEX, febrero 2017, 61 págs., en español 

Simulador de costes de establecimiento ICEX: Noruega

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