Retos del comercio exterior español en 2023
05/07/2023 MANUEL JAVIER ARCE
Estudios de mercado | ICEX Localiza | ICEX Next | Sanciones a Rusia y apoyo a Ucrania | China
La incertidumbre que presentan actualmente los mercados internacionales plantea desafíos casi desconocidos hasta ahora para los exportadores e inversores de todo el mundo. Si eres una empresa internacionalizada o estás en proceso de serlo, deberás tenerlos muy en cuenta.
En 2018, Christine Lagarde, por entonces directora gerente del FMI, declaró en el Foro Económico de Davos que la economía global estaba “en un momento ideal”. Los países más desarrollados crecían y tiraban al alza de los menos favorecidos. Pero, cinco años más tarde, la situación ha cambiado de forma profunda.
Desde una pandemia con graves consecuencias al estallido de la guerra de Ucrania y la crisis energética derivada de ella; pasando por las crecientes tensiones económicas y geopolíticas entre EE. UU. y China o la subida de los tipos de interés para combatir la inflación desbocada; hasta las consecuencias perversas del cambio climático o las disrupciones en las cadenas de suministro, tal cúmulo de circunstancias han provocado una gran incertidumbre ante el futuro del crecimiento económico y el comercio mundiales. “Casi todas las fuerzas económicas que impulsaron el progreso y la prosperidad en las últimas tres décadas se están desvaneciendo”, ha advertido el propio Banco Mundial en una publicación reciente.
Esta incertidumbre ha llevado al FMI a pronosticar una desaceleración del PIB mundial, un 2,8 % de aumento en 2023 en comparación con el incremento del 3,4 % en 2022. Asimismo, el comercio global crecerá solo un 2,4 % este año frente al 5,1 % el año anterior.
Países emergentes con problemas y China en desaceleración
Si buscas nuevos mercados, tienes que saber que existe un temor fundado a que muchos países emergentes, con los que comercia España, sufran serios problemas financieros, debido a que este año han de hacer frente a vencimientos de deuda que tendrán que refinanciar a tipos de interés muy superiores. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ya alertaba en un informe de 2022 del riesgo de crisis de deuda pública en 54 países emergentes y en vías de desarrollo, que en conjunto abarcan el 18% de la población del planeta (si bien representan solo el 3% del PIB mundial).
Por su parte, la publicación de los datos macroeconómicos de China del pasado mes de mayo ha llevado a la mayoría de analistas internacionales a revisar a la baja su crecimiento económico en 2023. Goldman Sachs, UBS o Nomura Holdings, por ejemplo, han reducido el PIB del gigante asiático entre cuatro y seis décimas, situándolo alrededor del 5,2% frente a las más optimistas previsiones anteriores (que superaban ampliamente el 5 %). Pero es que, para 2024, los pronósticos adelantan un recorte hasta situarlo en el 4,5 % o incluso en el 3,9 %, con la evidente repercusión mundial que estos datos pueden tener en la economía y el comercio mundiales, sin olvidar que, en 2022, China se convirtió en el principal proveedor de España, por delante de Alemania.
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Situación del comercio exterior en España
Nuestro sector exterior fue uno de los principales motores del crecimiento de la economía española en 2022, como lo ha sido a lo largo de los últimos 15 años. La exportación de bienes batió un récord al alcanzar los 389.209 millones de euros, creciendo más que la de la UE en su conjunto, la de Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia o EE. UU.
También se situó en máximos históricos la importación de bienes, que supuso 457.321 millones de euros, cifra superior a las exportaciones pero que, dejando aparte la inevitable compra de productos energéticos, puede considerarse como positiva al concentrarse, en una parte importante, en bienes de equipo e industriales, que contribuyen a la mejora de la competitividad de nuestras empresas.
Sin embargo, como ha señalado Antonio Bonet, presidente del Club de Exportadores e Inversores Españoles, en una tribuna publicada recientemente en el diario Expansión, “estas cifras no deben llevarnos a la autocomplacencia. Hay que estar vigilantes con el comportamiento que tenga la economía mundial, dado que la ralentización que se está produciendo podría terminar afectando a las exportaciones españolas en lo que queda de año”. Y añade: “Es preocupante el recorte de las previsiones de crecimiento de los grandes países europeos. Alemania ha entrado en recesión; Francia y el Reino Unido apenas crecerán este año, y no podemos olvidar que la UE es el destino de casi dos terceras partes de nuestra exportación de productos y, si le sumamos el Reino Unido y Norteamérica, nos vamos a casi el 75%”.
En suma, se plantean importantes retos para los exportadores españoles, en términos de riesgos comerciales, medioambientales y geopolíticos aparecidos en un muy breve período de tiempo. Analizamos a continuación brevemente cada uno de ellos:
La transición energética y digital
En un análisis publicado en Información Comercial Española, la Subdirección General de Estudios y Evaluación de Instrumentos de Política Comercial, dependiente de la Secretaría de Estado de Comercio, destaca como uno de los principales retos para España esta doble transición, en la que el sector exterior y la política comercial serán determinantes para superar tal desafío.
El organismo subraya en concreto que “por un lado, el acceso, generalmente a través de las importaciones, a los productos necesarios para completar estas transiciones coadyuva a la capacidad de las economías para superar este reto. Por otro lado, la orientación de la producción y de las exportaciones hacia este tipo de productos es también una garantía de mejora de la competitividad de las empresas”.
Durante el período 2017-2022, tanto las importaciones como las exportaciones de los productos relacionados con la doble transición experimentaron un fuerte crecimiento, destacando especialmente los coches eléctricos, las baterías de ion-litio, los paneles fotovoltaicos, los teléfonos, los ordenadores y los convertidores estáticos. ¿Sabías que España es deficitaria no solo globalmente, sino en cada uno de los productos mencionados, a excepción del coche eléctrico?
Las cifras de importación española de este tipo de productos desde China son muy elevadas; sirva como ejemplo que el 83 % de los paneles fotovoltaicos adquiridos en 2022 procedieron del país asiático.
Por ello, para la Secretaría de Estado de Comercio, “este rasgo podría constituir una fuente de vulnerabilidad, al concentrase las importaciones en un único origen, si aparecen cuellos de botella en el suministro y existen dificultades de sustitución”. Añade, además, que “el riesgo asociado es preocupante, ya que no se trata de un resultado aislado para España, sino generalizado para toda la UE. En efecto, China es el principal proveedor de una buena parte de los productos en los que la UE registra dependencia del exterior y que, además, están vinculados a ecosistemas industriales sensibles. Así, el gigante asiático es el proveedor principal de 64 de los 204 productos que cumplen este doble requisito y representa el 58 % del valor de las importaciones comunitarias”.
Las consecuencias de la guerra de Ucrania
Los principales efectos para el comercio exterior español del conflicto bélico en este país del este de Europa se han centrado en el alza de los precios de los productos energéticos, de algunas materias primas (cereales, entre otras) y de los alimentos, que han provocado, por parte de las empresas, un incremento de los precios de producción, exportación e importación, así como un proceso inflacionista que solo a partir del pasado mes de junio parece que ha comenzado a moderarse.
El conflicto ha provocado, asimismo, el desvío de nuestras compras de energía en el mercado ruso hacia otras zonas del mundo, en especial Estados Unidos y Brasil, debido a la imposición de sanciones a Rusia por su invasión de Ucrania.
De todas formas, el origen de nuestras importaciones, tanto de gas como de petróleo y sus derivados, se encuentra muy diversificado y ello ha constituido un factor clave que ha permitido sortear en parte las dificultades registradas a partir del comienzo del conflicto bélico en febrero de 2022.
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Cadenas de suministro y desglobalización
Los cuellos de botella en las cadenas de suministro globales comenzaron a producirse a raíz de la pandemia de la COVID-19 en 2020, demostrando la fragilidad de una economía basada en un aprovisionamiento global. A ello se unieron las ya existentes tensiones geopolíticas y geoestratégicas, que se agudizaron de forma radical con el estallido de la guerra de Ucrania.
Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, expresó muy gráficamente la nueva situación en un discurso pronunciado en diciembre de 2020: “Hemos desvinculado las fuentes de nuestra prosperidad de las fuentes de nuestra seguridad”. Europa compraba energía barata a Rusia y productos manufacturados baratos a China. “Este es un mundo en el que eso ya no es posible”, concluyó.
Para el Club de Exportadores e Inversores Españoles, los profundos cambios que se están produciendo en las cadenas globales de suministro (CGS) serían consecuencia del proceso de desglobalización al que asistimos desde hace ya algunos años.
El Club subraya que “actualmente estaría en quiebra el modelo de hiperglobalización de las CGS que ha sido en los últimos 50 años la principal fuerza motriz del comercio internacional, y que gravitó sobre dos fuerzas: la incorporación por parte de empresas multinacionales de nuevas técnicas de gestión de suministros, como pudo ser el just in time, y la irrupción de China como auténtico coloso exportador”.
En este contexto, parecen resurgir políticas industriales nacionales que fueron abandonadas al principio de la globalización, así como políticas proteccionistas. De esta forma, las CGS evolucionarán previsiblemente hacia cadenas regionales e incluso nacionales que operen dentro de los límites de un solo mercado.
Tras la disrupción provocada por la pandemia y acelerada por la guerra de Ucrania, los cambios en las cadenas de suministro, orientados a una mejor gestión del riesgo, están dando lugar a la reaparición de stoks reguladores que aseguren la continuidad de los procesos de producción y de suministro de las empresas, sustituyendo, de este modo, el just in time por el just in case.
Habrás oído hablar, cada vez con mayor frecuencia, del actual proceso de desglobalización, que plantea un importante reto a las empresas exportadoras e inversoras en el exterior. Haciendo un poco de historia, la globalización anterior produjo una gran riqueza y sacó de la pobreza a cientos de millones de personas en todo el mundo, propiciando, además, grandes avances tecnológicos.
Pero, como señalaba recientemente Patricia Cohen, corresponsal de Economía Global del New York Times, “dicha globalización aceleró el cambio climático y profundizó las desigualdades, propiciando fracasos rotundos. En Estados Unidos y otras economías avanzadas, muchos empleos industriales se exportaron a países con salarios más bajos, lo que eliminó un trampolín hacia la clase media”.
Por otro lado, se suponía que la globalización financiera traería consigo una era de crecimiento robusto y estabilidad presupuestaria en los países en vías de desarrollo, pero finalmente se produjo todo lo contrario.
El resultado de todo este proceso se manifiesta, entre otros factores, en el ya citado aumento del proteccionismo comercial. Así, China ha tomado represalias contra sus socios comerciales restringiendo el acceso a su ingente mercado. Estados Unidos, por su parte, se ha ido alejando de los acuerdos de libre comercio más integrales y se ha negado varias veces a respetar las decisiones de la OMC.
Patricia Cohen subraya cómo “la preocupación por la seguridad ha llevado al Gobierno de Biden a bloquear la inversión china en empresas estadounidenses y a limitar el acceso del país asiático a los datos privados de los ciudadanos y a las nuevas tecnologías. Y ha adoptado una política industrial al estilo chino, al ofrecer subvenciones gigantescas para vehículos eléctricos, baterías, parques eólicos, plantas solares y otros, con el fin de asegurar las cadenas de suministro y acelerar la transición a las energías renovables”.
A partir de todo lo expuesto con anterioridad, ‘incertidumbre’ es el mejor vocablo que define la situación actual del comercio y la economía mundial. Los retos expuestos los debes tener muy en cuenta, si bien hay que reconocer que las empresas exportadoras españolas han demostrado a lo largo de los años una gran agilidad y capacidad de adaptación a las distintas exigencias de los mercados internacionales.
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