El 49% de las nuevas empresas con vocación tecnológica impulsadas por una fundadora, tienen presencia y actividad internacional. Así lo afirma el Observatorio W Startup C del emprendimiento innovador femenino, realizado con carácter bianual entre la Universidad de Málaga y la Women Startup Community.
En esta segunda edición, titulada “Las startups lideradas por mujeres en España” se observa cómo el porcentaje de estas nuevas compañías posee una actividad exterior equivalente, independientemente de que esté encabezada por un hombre o por una mujer.
Así, sorprende el dato de que aún el 51% de las startups españolas no están internacionalizadas, teniendo en cuenta tal y como refleja el estudio, que estos negocios desarrollan actividades de alto impacto, por lo que es más habitual constituirse o desarrollar negocios internacionales desde etapas tempranas.
En cualquier caso, en ese 49% de compañías lideradas por mujeres que desarrollan su negocio internacionalmente, también se observan diferentes grados de apertura y volumen de negocio en el exterior. Un 27% atribuye a las operaciones
fuera de España un 25% de su actividad, un 10% afirma que alcanzan la mitad de su volumen de negocio en otros mercados, e incluso un 12,5% de estas empresasse consideran 100% internacionales.
El estudio realiza asimismo una radiografía de las mujeres que lideran estas startups innovadoras en nuestro país. En general se habla de una mujer de entre 35 y 44 años (en el 60% de los casos) que vive en pareja y sin cargas familiares, con una formación superior en ámbitos STEM y ciencias sociales o legales.
En cuanto a la situación de partida para emprender, para la mitad aproximadamente no es su primera experiencia como empresaria, y cuando promovieron su empresa emergente eran asalariadas en puestos de mando intermedio o directivos. Las razones para comenzar fueron la de identificar una oportunidad (91%) o buscar una mayor autonomía en el ámbito empresarial (81%) mayoritariamente.
Si hablamos de dificultades, las más referidas por las encuestadas son: la financiación (68% en etapas tempranas), el acceso al mercado, la conciliación de la vida personal con la exigencia de poner en marcha una startup así como la gestión de la incertidumbre, el tiempo y las emociones ante el proceso de emprender y, en ocasiones, las trabas o la complejidad legal.
Pese a esas complicaciones, las emprendedoras confían en su proyecto y aspiran a aportar innovación al mercado, con un alto nivel de autoexigencia sobre la dedicación al negocio, aprendizaje continuo, capacidad de resolver problemas, gestionar el talento y conciliar.