
20/03/25
Lleva más de cuatro años intentando apagar un fuego que la consumía por dentro, la contaminación de los océanos. Por el camino ha aprendido que el emprendimiento social es una herramienta útil para intentar conseguir su objetivo a nivel global.
La vida de Amaia Rodríguez dio un vuelco cuando, mientras vivía y trabajaba en China, decidió coger una mochila y recorrer el sudeste asiático durante unas vacaciones: “Pensé encontrarme playas paradisíacas y me encontré pisando plástico y contemplando islas de basura”, recuerda. De esta manera, lo dejó todo para intentar buscar una solución a este problema, sacar estos residuos de los mares y emplearlo en hacer algo útil. Así nació Gravity Wave, una empresa que emplea el plástico que recogen los pescadores para crear mobiliario urbano.
En ese camino ha descubierto el valor del emprendimiento social: “tiene lo bueno de una empresa convencional y de una ONG, por un lado ser sostenible económicamente en el tiempo y por el otro generar impacto social”, explica, un aprendizaje que hizo crecer su proyecto más rápido de lo que parecía, ya que “España de repente se nos quedó pequeño”, afirma.
Así comenzó su colaboración con organizaciones de Grecia, Italia o Egipto unidas en la tarea de recoger plástico de más puertos y darle una nueva vida: “Icex nos ha ayudado mucho en la parte de comercialización de nuestros productos en Francia, Alemania y países nórdicos. El programa ICEX Next nos dio la pista para salir y lo hemos hecho a través de ellos”, confirma.
Ser emprendedora de una startup tecnológica y social es una montaña rusa lleno de momentos buenos y malos, señala, pero lo importante “es que cuando tienes dentro un fuego que no puedes apagar, sea cual sea, de alguna forma tienes que probar, a ver qué pasa”, concluye.
Descubre a Amaia Rodríguez en esta entrevista