14/12/23
En pleno siglo XXI, aprender de los y las referentes se ha vuelto una necesidad formativa básica para entender el mundo de los negocios internacionales.
Cuando hablamos de mentoring en un entorno profesional no hacemos sino actualizar con un término más internacional una forma de aprendizaje que se pierde en la noche de los tiempos. No en vano, el término “mentor” proviene de la literatura clásica, concretamente de la Odisea de Homero. El nombre de Méntor aparece en la epopeya como el amigo de Ulises a quien encarga la formación de su hijo Telémaco como futuro rey de Ítaca mientras se encuentra ausente en la guerra de Troya. Y le asesora durante los 20 años en los que su padre está fuera de casa.
Desde ese momento, las figuras del mentor, oficial o maestro, y la del pupilo o aprendiz han ido calando en el imaginario popular, vinculadas al conocimiento de un oficio a través de la experiencia. No será hasta los años 70 del siglo pasado cuando comience a hablarse de mentoring en las escuelas económicas norteamericanas, con el objetivo de orientar la carrera profesional gracias al consejo de otros. Fue así como la mentoría saltó al mundo de la empresa. De hecho, grandes personajes han reconocido contar con mentores en algún momento de su vida, como Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Bill Gates o Steven Spielberg.
Para entender bien lo que supone este modelo de aprendizaje, debemos diferenciar bien lo que es, y no confundirlo con otras formas de crecimiento profesional, como el coaching. Tal y como comenta la mentora y conferenciante Beatriz Blasco en su web , un ”entrenador”, que no tiene por qué haber tenido una carrera similar, escucha a la persona y la hace reflexionar para que logre una meta mediante el desarrollo de sus conocimientos y habilidades. Pero el mentor transmite el conocimiento que le ha dado su propia experiencia profesional al discípulo, para que pueda aplicarlo en su día a día. Es decir, el mentoring es una relación más a largo plazo, basada en la transmisión de consejos y vivencias.
La formación a través del ejemplo de otros se encuentra en tendencia ascendente en el mundo de los negocios. “Nos encontramos en un momento de disrupción permanente, así que nadie tiene las respuestas a todos los retos que se plantean”, explica Beatriz Arias, ingeniera, ejecutiva en empresas tecnológicas, participante en programas de mentoría y, según ella misma se define, digital mindshaker. Por tanto, las experiencias de éxito o de fracaso en la toma de posiciones son un valor en alza. Como destaca Juan Antonio Bidart, director general de la Escuela de Organización Industrial (EOI), no hablamos solo de una técnica de aprendizaje personal, sino que “en un mundo empresarial que evoluciona constantemente, la mentoría se convierte en un activo estratégico para asegurar la continuidad y la adaptabilidad de nuestras compañías”.
Son muchas las ventajas que tiene participar en una mentoría, y los expertos consultados nos destacan las más importantes:
· Focalización: De las sesiones se suele aprender que la clave no es atacar múltiples objetivos, sino priorizar los más urgentes o importantes para, una vez analizados o resueltos, pasar a los siguientes.
· Adquisición de nuevas habilidades: Este tipo de formación no solo proporciona una plataforma para la adquisición de conocimientos técnicos y específicos del sector, sino que también contribuye al desarrollo de competencias personales, las llamadas soft skills, así como a desarrollar capacidades de liderazgo.
· Ahorro del ensayo y el error: Contar con un guía que ha pasado antes por situaciones empresariales parecidas evita reproducir errores en el presente o el futuro.
· Autoconfianza: la relación entre mentor y mentee o pupilo, cuando es real y mantenida en el tiempo, genera una sensación de seguridad en la persona mentorizada en la toma de decisiones, y de interés en el tutor, que puede seguir los avances en la carrera profesional de su alumno.
· Fortalecimiento de la colaboración: Antonio Bidart remarca especialmente que el valor del mentoring no solo es un activo de ámbito formativo o laboral, sino que puede ser considerado “un activo estratégico para asegurar la continuidad y la adaptabilidad de nuestras compañías, construyendo una red empresarial sólida y conectada”.
Si a la mujer le ha costado acceder al mercado laboral, y todavía seguimos utilizando términos como ‘brecha de género’ o ‘techo de cristal‘ para referirnos a la escasa presencia femenina en puestos de responsabilidad, está claro que las mentorías para directivas son un fenómeno bastante reciente, y las mentoras, figuras a potenciar. “La escasa representación de mujeres en puestos de liderazgo a lo largo de todas las industrias, que reflejan índices como el Global Gender Gap, tiene en parte que ver con la falta de referentes femeninos, y por eso es importante contar con líderes que acompañen a otras y sean un modelo adicional al directivo masculino que se van a encontrar de forma natural en las compañías”, cree la experta Beatriz Arias.
En ese sentido, escuelas de negocios como EOI confían en los programas de mentoring en femenino como fortalecedores de redes profesionales propias. Cuando nos referimos a la mentoría entre mujeres, observamos una dinámica única que va más allá de la simple transferencia de conocimientos. La mentoría entre mujeres crea un espacio de comprensión compartida, permitiendo abordar desafíos que pueden surgir en el ámbito laboral y que solo ellas viven. La relación no solo fortalece la confianza individual, sino que también contribuye a la construcción de un tejido más sólido y colaborativo entre mujeres profesionales”, afirma el director de esta organización, José Antonio Bidart.
En las empresas ya se ha normalizado incluir a sus directivas en programas de mentoring, pero Beatriz Arias alerta sobre lo que están haciendo “muchas compañías, que eslimitar sus programas de desarrollo de talento femenino a una mera ventana temporal de relación maestro-alumna que acaba con el cierre formal de dicho programa. Esto es escaso, y un malgasto de recursos”. A su juicio, en el caso de la mentoría para directivas, se está premiando un modelo que potencia el desarrollo de las capacidades personales por encima de la posibilidad de experimentar situaciones que permitan a las mujeres tomar los mandos y ser capaces de dar un paso adelante. Para ello, Arias se fija en los dos tipos de mentoría que diferencia la consultora estadounidense y experta en liderazgo femenino Susan Colantuono en su libro Make the most of Mentoring.
Según argumenta Arias, el tipo de mentoría que reciben las mujeres más habitualmente es la que Colantuono denomina CAKE, la que se da para subir la autoconfianza (Confidence), fomentar una correcta actitud (Attitude), proporcionar conocimientos (Knowledge) y la pasión por lo que haces (Engagement). “Este tipo de mentoría se enfoca sobre todo en el ser. No es que esté mal enfocada, en absoluto. Pero sí es escasa y puede que hasta innecesaria cuando la mujer mentorizada tiene suficiente confianza en sí misma, y la actitud, pasión y los conocimientos necesarios para promocionar”.
El otro tipo de mentoría que distingue Colantuono lo denomina PIE, para fomentar un alto rendimiento (Performance), la imagen (Image) del siguiente nivel al que promocionar y la oportunidad de verse expuesto (Exposure) como sustituto temporal del mando superior, por ejemplo. “Este segundo tipo se enfoca en el hacer, y es el que se suele dar de manera natural cuando el mentorizado es un hombre, preparándole con tiempo y formando parte del plan de sucesión del líder. Este es ese otro tipo de mentoría que las mujeres debemos recibir también”, concluye Beatriz Arias.
Si se aborda la mentoría para emprendedoras y directivas desde una perspectiva más amplia, se puede superar el mal llamado “síndrome de la impostora” (que también afecta a hombres), y que es abordado como un problema de falta de confianza en sí misma y en sus capacidades, porque no se siente merecedora de la posición que ocupa, ni cree estar preparada para dar un salto adelante. Ahí es donde las empresas suelen aplicar la mentoría CAKE, destaca Arias, “como si la profesional mentorizada fuese la única parte del problema”. Por tanto, ampliar el contenido y el propósito de estos programas formativos puede ser la puerta de entrada a un nuevo liderazgo femenino.
Cuando hemos preguntado a nuestros expertos sobre cómo exprimir las oportunidades que ofrece el mentoring, nos han remitido a tres ideas de fondo: tener claros los objetivos, compromiso y generosidad.
· Claridad de objetivos: Antes de embarcarse en la búsqueda de un mentor, es esencial tener una comprensión clara de los objetivos profesionales que se quieren alcanzar. ¿Queremos consejo solo para algunos desafíos puntuales, propios del momento actual o buscamos una evolución en nuestro modelo de liderazgo? Definir las metas específicas y las áreas de desarrollo permitirá encontrar un maestro cuya experiencia y conocimientos estén alineados con nuestros objetivos y nuestros valores. De esa forma, la relación será más provechosa y duradera en el tiempo.
· Compromiso: Hablamos de una relación de colaboración basada en el intercambio de conocimientos y experiencias. Ambas partes deben implicarse activamente en el proceso. Fomentar una comunicación abierta y sincera es esencial para construir un especio de confianza mutua y garantizar que las sesiones sean efectivas. También hay que tener claro que es un espacio de responsabilidad compartida. No es el mentor o mentora quien tiene el cometido de decidir hacia dónde debe ir el mentee. Se requiere que la persona esponsorizada trabaje tanto en identificar sus metas como en esforzarse por conseguirlas, y así generar el interés de su espónsor por progresar en su carrera profesional.
· Generosidad: “Una de las cosas que más plenitud nos aporta a los seres humanos es la posibilidad de dar, especialmente cuando quien te pide consejo es alguien en situación de necesidad”, afirma Beatriz Arias. Y en ese sentido, para ella ser mentora es fuente de inspiración, incluso más que en su época de discípula. Por tanto, este tipo de relación será más enriquecedora cuanto más estén dispuestas a aportar las dos partes.
En conclusión, la mentoría es una forma de aprendizaje muy útil para crear y hacer crecer un liderazgo en la empresa internacional, alberga un gran potencial de adaptación para las necesidades individuales, pero es tarea de cada persona cuidarla y mantenerla viva para progresar en la carrera profesional.
Si quieres profundizar en el valor del mentoring, muchas de nuestras entrevistadas en la sección Experiencias de Mujer e Internacionalización ya nos ha contado cómo la han aplicado. Puedes consultar la entrevista con Carolina Aguilar, CEO de Innbrain Neuroelectronics, que anima a las mujeres “a buscar mentores”, como ella siempre ha hecho a través de redes profesionales, o la de Pilar Budé, CBDO de The Weather Partner, quien tras décadas de dedicación al sector industrial, se define como una fuente de smart capital para futuras empresas. También puedes acercarte a las conversaciones con Rosa Junquera, directora de Sostenibilidad de Grupo Prisa, y Anäis Pérez, directora de Comunicación de Google España y Portugal, quienes resaltan los programas de sus compañías para aupar a las directivas a puestos de mayor responsabilidad.